En el circo salvadoreño ahora tenemos una discusión un
poco contradictoria: “Si el matrimonio
una institución creada por la sociedad evidentemente para la realidad
heterosexual debe ser puesta dogmáticamente como una realidad únicamente
heterosexual cerrando tajantemente y sin apertura a otras minorías que
quisiesen hacer uso de la misma”: por ejemplo lo que en otros países
latinoamericanos conocen como matrimonio igualitario, en donde dos personas del
mismo sexo deciden ante el estado formalizar una unión que legalmente muchas
veces corre la desigualdad jurídica y patrimonial de sus componentes; es
evidente que esos países que la han implementado como es México en su Distrito
Federal, Argentina es apenas el país número 15 que lo ha aceptado dentro de su
legislación, el resto en donde el poder religioso es un componente omnipresente
niega la oportunidad de otorgarle a dicha minoría muchas veces con argumentos
supinos y oscurantistas una realidad que cada vez toma más fuerza no por lo que
aparenta ser sino por lo que la evolución de la sociedad nos lleva cada día a
observar un clima de tolerancia y de aceptación a que estas personas marginadas
tengan una representación dentro de la exclusión histórica que han recibido
de la misma Sociedad y de las instituciones religiosas que las han atacado muy
a pesar que una gran parte de sus cleros son homosexuales y a pesar de la gran
contradicción les atacan de forma intestina y predadora.
Veamos a los países que han aceptado al
matrimonio igualitario: Países Bajos (desde 2001), Bélgica (desde 2003), España (desde 2005), Canadá (desde 2005), Sudáfrica (desde 2006), Noruega (desde 2009), Suecia (desde 2009), Portugal (desde 2010) , Islandia (desde 2010), Argentina (desde 2010), si a éstos con su apertura jurídica les
ha hecho daño haberla puesta en práctica como los que atacan a dicho matrimonio
despotrican de forma muchas veces pueril, si esta evolución jurídica les ha
hecho daño como los dogmáticos religiosos dicen, habría que ver cómo dichas
sociedades han manejado su nueva realidad jurídica y cómo esas instituciones de
tinte religioso incluso han salido beneficiados con la nueva realidad del
matrimonio igualitario dentro de sus territorios. Pero incluso dentro de
Estados Unidos donde las instituciones religiosas ostentan una presencia muy
fuerte ha iniciado una nueva tendencia de aceptación estatal e incluso dentro
de países federales como el caso de México y Brasil donde ciertos estados han
iniciado una aceptación legal sin precedentes dentro de sus legislaturas por
ejemplo: En nueve jurisdicciones de Estados Unidos: Massachusetts (desde 2004), Connecticut (desde 2008), Iowa (desde 2009), Vermont (desde 2009), Nuevo Hampshire (desde 2010), Washington, D.C. (en vigor desde 2010),
Nueva York (desde 2011), California (entre julio y noviembre de 2008 y
desde 2012), Washington (a partir de junio
2012), en dos jurisdicciones de México: México, D. F. (desde 2010), Quintana Roo. (desde 2007), Y en una jurisdicción de Brasil: Alagoas (desde 2012).
Si vemos con honestidad el matrimonio
igualitario lejos de arruinar a los ciudadanos de sus territorios los ha
expuesto como sociedades más tolerantes y los argumentos muchas veces
románticos que desaprueban al matrimonio igualitario han sido más bien parte de
la cosmovisión cerrada e intolerante de los pensamientos religiosos que en
pleno siglo XXI todavía están en contra de cosas tan superadas como es el
preservativo o de las pastillas anticonceptivas por nombrar tan sólo ciertos
elementos de los cuales la mentalidad religiosa aún sigue en su pensamiento
arcaico atacando y rechazando dentro de su obtusa forma de ver la realidad
contemporánea.
Lograr que la comunidad gay y lesbiana
logren reconocimiento jurídico ha sido un paso gigantesco dentro de la realidad
jurídica mundial y puede verse como una conquista inmensa que lejos de afectar
logra evolucionar a las sociedades que les han aceptado, no porque yo lo
escriba o piense que es así, mi aceptación no tiene nada que ver es simplemente
una realidad que está camino a ser aceptada cada vez más por sociedades que
observan que dichas comunidades merecen ser reconocidas ya no sólo a nivel
social, cultural sino también a nivel jurídico, atacarles es la forma como
aquellos intolerantes les han manejado por siglos, es tiempo de abrirnos, de
dejar los argumentos oscurantistas que apelan incendiariamente contra estas
minorías que no sólo existen muy a pesar de los religiosos cerrados y
dogmáticos, que incluso son parte visible de la misma comunidad religiosa que
les esconden pero todos sabemos que están de forma pasiva formando parte de la
misma; no podemos cerrar el sol con un dedo, debemos de enfrentarnos con dicha
realidad, poner de forma pétrea la definición de matrimonio como una exclusividad
de la comunidad heterosexual es exclusivo y peyorativo a los que evidentemente nunca lo serán.
El Salvador sigue cronológicamente en la
edad media y jurídicamente seguiría estando ahí, al cerrar la oportunidad que
algún día estas comunidades puedan ante el estado tener una igualdad de cara a
la inmensa mayoría de heterosexuales que no sólo les gobiernan sino que
excluyen, ¿podremos como sociedad evolucionar en aras de ser una sociedad
tolerante? Depende de cómo el gran poder religioso nos sigan manejando ya no
sólo en lo que le corresponde dentro del ámbito espiritual sino en el ámbito
jurídico del cual no deben opinar ni expresar nada ya que no le compete, sino a
todos como sociedad porque es nuestra, y si queremos avanzar debemos de dejar
los argumentos grandilocuentes y oscurantistas fuera de un debate que es
secular y jurídico.
Ezequiel Méndez
ezek71@soundmute.co.cc
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