En El Salvador se ha llegado a un
extremo de polarización política que en cada día que se busca dentro de su vida
mediática encontramos dos de los ciudadanos más representativos: “El Ciego y el
Sordo”, el primero que carente de todo criterio propio se encarga de evadir los
errores de sus políticos, no le gusta ver ni tampoco que otros vean las cosas
con análisis y contenido, le gusta ser uno más de la fila y como no le interesa
tener ojos simplemente camina haciendo “bulto” dentro de un saco de personas
que al igual que él o ella caminan sin interesarse por observar, ver, analizar,
sacar conclusiones que sus ojos les permite ver dentro del espectro político
salvadoreño; éstos idiotizados por sus ideas extremistas siempre encuentra
justificación para los harapientos planteos políticos que a diario escuchamos
en nuestras situaciones de vida, sin observar que siendo ciegos son mas
manipulables, mas “tontos útiles” dentro de un menú de estupidez enviada desde
los medios para personas que no quieran salir de su letargo de ceguera que a
momentos es una garantía para el continuismo o el status quo, cualquier
extremista está dispuesto a cegar a todo aquel que pueda representar un
pensamiento crítico con sus ojos. Lastimosamente es la realidad, el ciego es
más rentable a la animalada política, a la ingenuidad y a la cipotada cuando
desean pensar con algo más que una idea intestina o salida de un cruce producto
de una cerveza o de un momento caldeado cuando se comenten atropellos.
EL sordo es más bonito dentro de la
realidad, porque éste cuando sus “políticos” comenten o hacen estupideces se
hacen los que no escuchan, ya sea un clamor popular, o una situación que
requiera acción, salen a defender los derechos humanos de los delincuentes
cuando los de la víctima parecen no existir, no escuchan ya que defender los “derechos
humanos” es rentable dentro del espectro internacional, defienden viejas causas
aunque éstas ya no sean prácticas o tengan algún elemento de sensatez, llaman
reaccionario a todo aquel que no hable el idioma de su violencia, o de sus
ideas radicales, simplemente no escuchan porque no hay tiempo para hacerlo, ¡eso
si quieren ser escuchados! Ya sea a fuerza de golpes, de imposición, de
lenguaje soez, de desmerecer a todo aquel que no piense dentro de su línea
política, ideológica, social, económica, religiosa y hasta deportiva, el sordo
es muy amigo de los extremistas ya que no necesitan la tolerancia para nada, el
fin justifica los medios y eso basta, y dentro del círculo cerrado de la
sociedad salvadoreña incluso las pandillas han encontrado un gran aliado cuando
ciegos y sordos salen a defenderlos aunque sepan que han “visto” y “oído” cosas
que no son del agrado de estas personas, total si ellos logran su cometido al
igual que los políticos no les importa lo que piensen la gran mayoría, sólo
importa lo que ellos(as) piensen, ya sea su grupo de poder, su pandilla, su
partido político, en fin cualquier unidad social que pueda dar rienda suelta a
un grupo.
Finalmente es difícil ser objetivo
en una sociedad como la nuestra, a cualquiera que tenga las agallas de escribir
con honestidad es tildado de vendido, se le desmerece, se le trata como un
ícono de la maldad a merced de un grupo de oscuros demonios que mandan desde
sus círculos de influencia, cualquiera puede estar al servicio de la oligarquía,
o de revolucionarios trasnochados, en fin cualquiera puede caer en este oscuro
lugar, nadie puede ser puesto como analítico independiente, nosotros que hemos construido
nuestra sociedad ya sea dentro o fuera de las fronteras patrias somos etiquetados
como personas al servicio de…, yo en cambio soy honesto me importa un bledo
nuestra política y sus políticos rastreros pero no mi pueblo, ese pueblo noble
que en viejos tiempos era catalogado de ser la Japón de América, siento tristeza
al verlo secuestrado ante su cáncer social llamado “maras”, sumido en un túnel
económico sin rumbo ni norte, en una crisis que el consumismo le ha ganado la
voluntad a la mayoría de personas sin ahorros por tirarlo en gastos
innecesarios, con un dolor que le hace enfrentar a una violencia aún más devastadora
que la que vivimos en la guerra, en fin un país en el limbo judicial y social,
¿dónde llegaremos de la mano de los “ciegos y los sordos”?, en verdad no lo sé,
pero no quiero pecar de pesimista, creo en el noble pueblo, que aprenda a “ver”
a pesar de haber tanta ceguera, que aprenda a “oír” a pesar de tanto silencio
promovido por su clase política clientelista, ese es mi sueño y tengo derecho a
tenerlo, porque amo a mi patria, y como tal no quiero verla caer de manos de
personas sin alma, sin presente y que lastimosamente quieren robar “el futuro”
a mi amado EL SALVADOR.
Ezequiel Méndez
ezek71@soundmute.co.cc
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